ASELE 2013: un completo menú degustación

El pasado septiembre, del 18 al 20, tuvo lugar en Jaén, el XXIV Congreso Internacional de ASELE que prometía un menú bien cargadito.

Además de los platos fuertes —las tres conferencias plenarias, las dos mesas redondas y las presentaciones, a cargo del Instituto Cervantes y de distintas editoriales de ELE—, el programa servía en bandeja 96 comunicaciones, distribuidas en los 8 paneles del congreso, y 32 talleres de experiencias prácticas. Ahí es nada.

En estos tres días, los comensales, reputados gourmets y críticos, juniors y aprendices de cocina, tuvimos la oportunidad de ir alternando bocados de lexicografía o de lingüística del corpus, con otros canapés igualmente suculentos de pragmática, análisis de discurso y sociolingüística. Como era de esperar, no faltaron las tapas de lingüística cognitiva, algunas de ellas preparadas con el refinamiento propio de la cocina asiática.

Por supuesto, también nos atiborramos a base de colocaciones, de nuevas metodologías y entornos. Todo ello, regado de buena materia prima: el oro verde de Jaén, servido con la exquisita amabilidad de sus gentes y, muy especialmente, de un elenco de organizadores y colaboradores a quien me gustaría agradecer desde aquí su buen hacer.

Para sorpresa de algunos, entre los que me cuento, descubrimos, en la evaluación, el postre perfecto de la mano de consumados chefs como Alfonso Martínez Baztán o Kris Buyse. Pero, entre tanto manjar, es difícil atribuir la guinda del pastel, entre otras cosas, porque la ubicuidad no es posible ni siquiera tratándose de comida…

En mi caso, disfruté de un partido de tenis de Paula Beiro que me dejó entrever, con mucho, las diferencias entre la archimentada web 2.0 y la, hasta entonces, esquiva web 3.0. También me gustó llegar a las manos —sin que corriera la sangre al río, por supuesto— con el taller práctico, dinámico y reflexivo sobre comunicación no verbal con que nos deleitaron Paula Lorente, Bàrbara Cuenca i Ripoll y Amor Aguaded. Di por sorpresa, y muy grata, con lo que siempre había querido saber y nunca aprendí (o no me enseñaron) de los estilos de aprendizaje, gracias a la sólida comunicación de Javier Domínguez Pelegrín. Los cocineros premiados este año fueron Gabino Boquete Martín en la modalidad de tesis y Mª. Luisa Arementa Moreno en la de memoria de máster.

Fue tal el ir y venir de bandejas que, por desgracia, no tuve tiempo de catarlo todo. Por eso, voy a ir haciendo hambre desde ya, y me agendo para el próximo banquete el taller de Leyre Alejaldre, los Haikus de Joaquín López Toscano, la Riña de gatos de Neus Lagunas y la comunicación de Alberto Madrona, entre otros. A poder ser, todos ellos coreados por Luis Felipe Alegre y Rogelio Ayala, eminentes Juglares en acción.

Pero, si hay algo digno de destacar en esta edición de 2013, fue la formación del profesorado y las competencias del docente a la parrilla como platos estrella. Sin duda, una propuesta arriesgada y de fusión que satisfizo y desconcertó, a partes iguales, el paladar de los asistentes.

La polémica estaba servida. Nos encontrábamos debatidos entre el aprendizaje, la certificación y el eterno dilema de maridar las garantías de calidad de las entidades formadoras con el mercado: slow y/o fast food. Sigo pensando que ese era el verdadero quid de la cuestión, y no el factor pantalla en que derivó la discusión, muy bien moderada por Mar Galindo al twitter, sobre un supuesto purismo filológico como condición sine qua non del profesor de ELE. Por suerte, las valiosas aportaciones al respecto de Mª. Carmen Losada Aldrey y Olga Cruz Moya hicieron las delicias de todos, reconduciéndonos desde los cerros de Úbeda y zanjando el acalorado debate con su buen tino y mejor condimentación.

Lo que está claro es que, esforzados como somos en este gremio nuestro de los pucheros de ELE, todos estábamos dispuestos y deseosos de seguir formándonos —de hecho, por eso estábamos allí— y desde luego, estoy bien segura de que las competencias clave del docente es un útil que poblará cada una de nuestras cocinas particulares. Por eso os dejo con ellas, para ir entrando también yo en harina.

En definitiva, una magnífica oportunidad para actualizarse, para hacerse con nuevas propuestas que llevar al aula y lo que es más, para iniciarse en los ignotos caminos de disciplinas que, aún siendo tangenciales al campo de especialización de uno, siempre nos han llamado la atención y nunca antes hemos tenido la ocasión de catar. En definitiva, ASELE es un menú degustación perfecto en el que todo amante de la cocina de ELE tiene asegurado su lugar, el buen comer y lo que es más, la mejor de las compañías posibles. ¡Que aproveche!…